Si soy sincero, las reformas son en Homeatope una suerte de oasis. Las “vacaciones pagadas” que interrumpen el incesante cambio de cliente en las urgencias de fontanería y electricidad. A veces me pregunto, qué es lo que tanto me atrae de las reformas,- aún siendo estas un terreno que no me concierne del todo.
Ustedes saben que dichas obras son el cometido de arquitectos, maestros de obra u aparejadores, en su defecto. Profesionales del sector de la construcción que poseen una jerarquía superior a la de un fontanero y electricista común. Sin embargo, los llamados gremios (-añado albañiles y carpinteros), son imprescindibles en las reformas. Son ellos quienes «meten las manos en la masa» durante la fase constructiva, y no pocas veces se hacen cargo de estas.
Una relación más dilatada con el cliente (-usted que me lee), y el vínculo con otros profesionales del gremio, me estimulan. El trabajo de un fontanero electricista que se dedica a las urgencias en domicilios, bares y restaurantes; resulta a veces demasiado solitario.
Cuando me invita algún arquitecto, -como en el caso abajo señalado, a renovar la instalación de agua y luz en un pequeño departamento de la ciudad de Santiago de Compostela, aprovecho una inestimable oportunidad para aprender de diseño participativo, (Ver Mi método de diseño participativo: coloquio con Rodolfo Livingston), e intercambiar experiencias: manosear planos, criticar ideas, y comprobar si en la práctica mi experiencia acumulada puede estar al servicio de una obra común.
Así sucede cuando trabajo en coordinación con profesionales como albañiles, -de los cuales aprendo pues a veces hago de manitas y necesito observarlos para llenarme de sus habilidades. De paso ejercito con ellos mi labor docente, pues les paso mis «secretos». En conversaciones habituales surgen ideas nuevas y amistades también. La inteligencia colectiva (Ver Blog Inteligencia colectiva) se enriquece, y el trabajo final tiene un resultado cualitativamente superior.
Algunas de las reformas que he encarado como titular, han tenido que ver con volver a instalar sistemas eléctricos caducados o redes hidráulicas obsoletas. En ellos había que tener en cuenta ‘el todo’, y para esto no solo es necesario saber indagar al cliente, algo de lo que he obtenido excelentes nociones a partir de mis lecturas del Método Livingston (Ver Estudio Livingston ) , en su magnífico libro Cirugía de casas. Este libro lo recomiendo no solo a los arquitectos o profesionales del los gremios, sino a cualquier persona interesada en experimentar cómo se cruzan disciplinas aparentemente distantes como la psicología y la arquitectura.
Experiencias recientes.
Un cliente ingeniero quiso hacer una reforma integran de su apartamento, para lo cual necesitaba de un electricista y fontanero. Gracias a ello instalé mi primera ducha electrónica (Modelo de ducha electrónica), y obtuve conocimientos de domótica. Rompimos los límites al uso entre profesional y cliente, terminamos siendo colegas en un proyecto soñado. Conocí a su padre y sus dos hijos. Fue un mes en el cual llegaba a casa entusiasmado por volver al día siguiente a la obra.
La segunda oportunidad llegó por recomendación de una clienta a la cual le había reparado una avería doméstica. Había que restaurar la instalación de la ducha transformando el diseño de tuberías mal instaladas.
Después de varios días, estas personas se convirtieron en mis mejores vecinos. Terminé conociendo de viva voz las portuguesas Islas azores. Viajé a la Venezuela del petróleo y El Amazonas, como Alejo Carpentier en su novela “ Los pasos perdidos. Como regalo de navidades recibí de ellos un pastel con nueces, y la compartí en mi página Facebook, antes de devorar esa obra de magnífica repostería.
Os invito a visitar mi página de Youtube y ver algunos ejemplos de mis recientes experiencias en Reformas realizadas en Santiago de Compostela.